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Se llama galuchat y, en realidad, se empezó a utilizar en el siglo VIII, en las empuñaduras de los sables samuráis y en unas cajas medicinales que eran puro lujo. Luis XV, que siempre ponía su ojo en el detalle, se fijó en este material y empezó a coleccionar objetos en los que esta piel de pescado fuese la protagonista. Al igual que han hecho Mamen y Laura que, desde su taller en Gijón, crean piezas únicas repletas de color que se adaptan a cualquier gusto y espacio.