Morir de amor, literalmente, es posible
Un grupo de científicos en Dinamarca descubren evidencias físicas del dolor que sufrimos cuando rompemos con nuestra pareja.
El desamor es una experiencia por la que todos hemos pasado, o todos pasaremos en algún momento de nuestras vidas. Cuando esa sensación de vacío — finalmente — se va, no nos queda otra que aprender de ello y extraer la parte más positiva de la experiencia, pero lo cierto es que mientras lo estamos viviendo, puede volverse insufrible. Y hablamos, en este caso, en el sentido más literal, pues investigaciones recientes han descubierto que esta angustia que sentimos en los peores momentos post-ruptura podría desencadenar un ritmo cardiaco irregular, capaz de poner en peligro nuestra propia vida.
Sí, habéis leído bien. Ese “dolor” del que se habla a modo figurativo puede volverse tan real como cualquier otra molestia física que podamos experimentar. Para llevar a cabo el estudio — con fecha inicial en 1995 y concluido en el 2014 —, se evaluaron alrededor de 1 millón de personas de Dinamarca, evidenciándose que el riesgo a padecer un ritmo cardiaco anormal aumentaba en un 41% entre las personas que habían perdido a su pareja, en comparación con las que no. Los puntos álgidos de peligro se situaban entre los ocho y los catorce días tras la ruptura, pero la vuelta a la normalidad no tenía lugar hasta un año después del “trauma”. Ahora nos lo pensaremos dos veces antes de enamorarnos.