Cuando la piel sufre...
La piel ocupa casi 2 metros cuadrados del cuerpo humano, por lo tanto se convierte en el órgano más grande que tenemos y al que no cuidamos como deberíamos. ¿Acaso alguna vez le diste la misma importancia que a tu corazón, pulmones o riñón? Piel hay una y si no la cuidamos, muchas veces podemos causarle daños irremediables que a la larga, pueden ser totalmente imparables. Siempre se nos ha hablado de la importancia de tratarla en verano, cuando los rayos del sol inciden en ella como si fuera papel de fumar. Marcas que quedan sobre una piel que tiene memoria y que en un futuro podrían desarrollar cáncer si las puestas de corto se convierten en continuas y si nos gusta ir más a pelo que con la consabida protección. Pero… ¿y el resto del año? ¿Piensas que porque en invierno no se esté tanto tiempo en una terraza o la potencia del sol no sea la misma, sus daños no serán iguales o incluso peores? ¿Crees que solo Lorenzo actúa sobre ella y que, por ejemplo, el alcohol, la sal o el azúcar no pueden alterar su funcionamiento regular, su apariencia más frontal? Si nunca has pensado en ello, será mejor que te pares al menos un par de minutos a seguir leyendo y quién sabe si quizá, podamos abrirte los ojos.