Ver, oír, callar… y admirar. Es lo único que nos apetece hacer cuando descubrimos a Toru, el artista japonés ambidiestro que es capaz de pintar con las dos manos a la vez.
Ver . Mirar. Observar. Descifrar. Descubrir. Contemplar. Y, en resumen, disfrutar de lo que hace
Toru, un artista japonés ambidiestro al que hemos descubierto con las manos en el lienzo. Con las dos, además. Solo un 1 % de la población mundial tiene esta cualidad. Esto significa que pueden utilizar, cuando quieran, la mano derecha o la izquierda. No tienen límites y sí toda la capacidad para realizar cualquier acción con una de las dos. Indistintamente.
Pero, ¿qué ocurre si deciden usar las dos simultáneamente? ¿Y si no pueden vivir la una sin la otra? ¿Y si se entienden como si fueran la misma? Entonces, que empiece el espectáculo porque eso ya existe. Toru ha convertido una peculiaridad en un arte y nos ha dejado boquiabiertos. Este artista japonés puede dibujar y pintar con las dos manos a la vez.
I drew two pictures very slowly, dice el pintor en su galería de Instagram. Y se refiere, precisamente, a uno de sus últimos trabajos en los que aparece Emma Stone y Ryan Gosling. Precisión, perfección, preciosismo. El nivel de detalle de sus dibujos es sorprendente gracias a la tinta asiática que utiliza. Los personajes parece que estén a punto de respirar.
Una publicación compartida de Toru (@toru.kn) el 16 de Abr de 2017 a la(s) 3:01 PDT
Una de sus técnicas favoritas es el puntillismo aunque Toru prefiere ir a contracorriente, lo cual dice mucho de su libertad. Quizá por eso, hace su propia versión de este proceso artístico. El japonés nos lleva por un laberinto de puntos que, al final, se convierte en un primer plano impecable. Una metamorfosis a gran escala y a todo color.
Una publicación compartida de Toru (@toru.kn) el 29 de Abr de 2017 a la(s) 10:11 PDT
Toru ya era conocido por sus pinturas al estilo
sumie, una disciplina que se caracteriza por ser monocromática a tinta. Aunque se desarrolló en China, se implantó en Japón a mediados del siglo XIV por monjes budistas zen. Este arte solo quiere captar la esencia del objeto, lo invisible, lo que no se ve. Es algo así como un lenguaje para descifrar el espíritu de cada elemento. Por eso, cada trazo es una búsqueda de la verdad.

Oír. Sentir. Escuchar. Notar. Percibir. El sonido que hacen los pinceles cuando se dejan llevar por las dos manos de Toru. El de convertir una idea en un cuadro. El de los bolígrafos que también él utiliza en su día a día. El sonido de la concentración, de la búsqueda de la inspiración, de la constancia. De la pasión.

Callar. Porque es lo único que apetece hacer cuando observas cómo trabaja Toru. No es casualidad que a todos nos ocurra lo mismo. Cuando él pinta, también habla. Se comunica. Se expresa. Y los demás, no tenemos mucho que decir. Por eso preferimos un silencio que no distraiga su mente, sus manos, su espíritu.
Si todavía alguien piensa que esto solo es un pasatiempo, es porque no ha visto el trabajo de Toru. Entonces entenderá que no es suficiente con ver, oír y callar. Después viene lo definitivo, admirar.