Moda

Una pequeña historia de cómo la lencería salió a la calle

Si Coco Chanel consiguió lo imposible, compensar el escándalo con altas dosis de elegancia, décadas después a Vivienne Westwood sólo le interesó el impacto.
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Si Coco Chanel consiguió lo imposible, compensar el escándalo con altas dosis de elegancia, décadas después a Vivienne Westwood sólo le interesó el impacto. Es curioso como la mayoría de las cosas que cambiaron radicalmente la moda en el siglo XX fueron fruto de la voluntad de una sola diseñadora. Coco Chanel, su complicado carácter, su visión de negocio y de las necesidades de la mujer también fueron determinantes en esto de sacar la lencería a la calle. Corría el año 1916, y el primer paso no fue, precisamente, sutil: Chanel presentó una colección en la que parte de las piezas estaban elaboradas en el tejido y el color nude que hasta el momento sólo se llevaban ocultos bajo la ropa. Bajo la ropa masculina, por cierto. El escándalo inicial fue relegado a un segundo plano porque sus creaciones eran la viva representación del chic. Así que los hombres que veraneaban en Deauville no dudaron en comprar esa “ropa interior” a sus adorables mujeres. Coco Chanel en 1962, con una blusa nude como las que le dieron la fama 46 años antes. Años más tarde, en los 40, Jacques Fath dio un paso más, elaborando vestidos de noche ajustados con corsés a la vista. Treinta años más tarde, Vivienne Westwood se puso el mundo por montera y, literalmente, ofreció prendas de lencería como ropa de calle: combinaciones y camisones con sus correspondientes medias entraban y salían de su conocida tienda SEX en King’s Road. Eran tiempos de punk, y lo que se buscaba era agitación social. En los 80, Madonna y sus corsés de Jean Paul Gaultier se encargaron de que cualquiera se sintiese capaz de salir en sopa interior a la calle, y así fue. La lencería dejó de llamar la atención por las calles y numerosos diseñadores comenzaron a aportar sus creaciones: John Galliano se hizo famoso por sus vestidos-camisón y Dolce & Gabbana aprovechó aquello del sexy italiano para elaborar tops y vestidos en encaje y seda similares a corsés, ropa de cama y sujetadores. Domenico Dolce y Stefano Gabbana con Naomi Campbell e Iman en la gala del MET de 2001.

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