¿Y si el hombre fuese el animal más obsesionado con la moda? Investigamos sobre ello para descubrir el origen inesperado de esta inclinación.
No nos engañemos: en materia de ropa, los hombres se obsesionan mucho más que las mujeres. Una obsesión que se manifiesta de muchas y variadas formas. Algunos, fieles a un estilo propio, quieren llevar de manera incansable el mismo vaquero y el mismo jersey cada día, como si fuesen su inseparable osito de peluche. Otros se ciñen a muchas menos reglas a la hora de vestirse y suelen comprar en serie para no tener que ir demasiadas veces de tiendas. Pero también hay hombres para los que el mundo de la moda tiene el mismo nivel de importancia que el de los coches o los relojes. Aprenden hasta el más mínimo detalle sobre la fabricación, la historia de un tejido y las particularidades de cada una de las piezas que guardan en su armario. Y esta manía no ha sido nunca tan exagerada como lo está siendo con las prendas militares.
Myar, anagrama de ‘army’
“Los militares gozan de una buena imagen. Siempre los hemos visto como esos aventureros que recorren el mundo. Los niños empiezan fijándose en los cowboys para luego pasar a los soldados”, explica Élie Zaffran, propietario de la tienda parisina de segunda mano The Duke, reputada dentro de su sector por el increíble stock de uniformes vintage. El estilo militar ha empezado a ser parte predominante en la moda masculina. Comercializadas por naturaleza, estas piezas –abrigos tipo trench, bómbers de cuero, uniformes de camuflaje y chaquetas acolchadas– son la confirmación misma del principio según el cual la forma ha de seguir a la funcionalidad. Concebidas para salvar vidas, estas prendas surgen con una misión clara, y esta característica es, precisamente, la que parece hacerlas atractivas para el genero masculino: en este caso, la confección sirve a una causa mucho más noble que la moda en sí. Andrea Rosso forma parte de un grupo cada vez más general que ha transformado su obsesión por las obligaciones de vestimenta de la Armada en un negocio en plena expansión. Hijo de Renzo Rosso y director artístico del grupo Diesel, esta figura forma parte de la nueva generación de ese imperio de la moda que está decidida a crear su propia marca. Además de su actividad en Diesel, acaba de lanzar Myar. Anagrama de army, Myar se separa en dos líneas de negocio. Primero, la línea que ha llamado Original y que da una segunda vida a piezas vintage, que son discretamente trabajadas para modernizar su tamaño y sus cortes. Y la otra, llamada Collezione, ha sido constituida como una gama de indispensables en todo armario masculino inspirada en el estilo utilitario de las piezas militares y todas sus particularidades. “Mis prendas preferidas han sido siempre las que tienen esencia militar”, reconoce Rosso. “Al principio, estaba sobre todo obsesionado por los estampados camu aje (adoro la fuerza visual de sus patrones), pero ahora sé mucho más sobre el impacto estilístico que toda la estética militar está teniendo”.
Rosso no es el único que ha sentido fascinación por los uniformes militares y el gusto por todo lo que lleve camuflaje. Esta temporada hemos visto a numerosas marcas introducir este inimitable estilo en sus desfiles. Lo que sí nos impresiona es la diversidad y las miles de declinaciones que los diseñadores han conseguido darle a este concepto básico. Desde la visión más clásica de Olivier Rousteing, que lo sofistica hasta el extremo, hasta los motivos tridimensionales en claroscuro de Christopher Reaburn o los motivos florales pintados a mano con los que Moschino a reversionado las prendas. Lo que sí podemos decir es que el modelo original se ha integrado, por fin, en las grandes colecciones masculinas.